Tuesday 15 April 2008

¿Quién es Morfeo?

Hubo en el tiempo griegos que entendieron los sueños como avisos de los dioses, como predicciones agoreras, destinos fatales. Sin cambiar la madera humana, y con sueños, soñé esta presente noche que estaba cerca como nunca de ti. Tomamos un cóctel en el bar donde trabajabas. Me propasé yo tomando y la segunda copa me la rechazaste. Te besé primero; después metí mano donde no debía. Tus prendas se caían. Te enojaste al comprobar la aceleración descontrolada de mis dedos y huiste del lugar. Se acercó Gemil. Tenía unos 45 años, rostro envejecido, pelo encanecido, dientes apiñados. Le expliqué que no tenía que ver con lo que pasó. Él me comprendió. Me explicó que llevabas hombreras que te dejaban muy holgado el vestido.
¿Y quién diría que al otro lado él sabría de nuestros sueños antes que tú? Porque no sé si sabes que cuando uno de los dos sueña con el otro, en parte una porción significativa del otro está por el tiempito que dura el sueño con él. Nos robamos pedazos de nuestro tiempo para fundirnos.
En una segunda ocasión fui a buscarte al bar. Una señal me indicó que esa noche trabajabas porque intuías que iría a verte, a besarte, a robarte unos segundos tu cuerpo. Fui a buscarte, ahora recuerdo bien. Entré. Habían muchos empleados y sabían todos que acudía para verte a ti únicamente. Me dieron una mala noticia: no estabas. Y me desmayé, cierto. Caí al suelo lentamente. Y me recogieron unos camareros para trasladarme al back office. Acudió de inmediato la policía sin preaviso para establecer orden.
Luego salí a la calle y te vi aparecer alegre. Sentiste mi presencia, aunque era invisible para ti. Siempre que voy a buscarte soy el invisible yo. Como si siempre fueras tú quien me espera y fuera yo el responsable de no dar ese pequeño salto. Impregné tu atmósfera con mi perfume para que me sintieras. En tu rostro vi toda la alegría de una enamorada. Te llevaste la mano al celular para digitar un sms y aproveché ese instante para besarte el reverso de la mano. Me miraste a los ojos y como si hubieras notado algo extraño cerca me entregaste tu espalda desnuda. Me aproximé para besártela entera. Pero desperté fugazmente.
Como si fueras mi diosa y nuestro destino estuviera sagrado a pasarlo enlazados, soñé esta noche, y en el momento más intenso de los sueños de 25 años, creí haber rezado a dos palmos de ti.

1 comment:

Ramiro Lapeña Sanz said...

Bueno, Calderón de la Barca decía que "los sueños, sueños son", pero a veces se pueden convertir en realidad... Todo es cuestión de si los factores de ese sueño están dispuestos a llevarlo al plano real, ya sabes. Si es así, enhorabuena. Si no, chungo, que tocará sufrir.