
España soporta una maquinaria funcionarial que cuesta un pastizal. Sin ir más lejos, tocamos a un funcionario por cada cuarenta españoles. Lo peor de todo no es el tamaño de la maquinaria sino la falta de aceite para que ruede. No se puede entender que en años de crisis económica siga engordando la Administración (autonómicas y centrales). Es llanamente insostenible un crecimiento económico desde la base de la Administración.
La fusión de ministerios y cargos políticos inútiles, sacados de la chistera, debe empezar a ser una realidad. El ministerio de la Vivienda ha demostrado ser una decepción, el nombramiento del expresidente de Andalucía, Chávez, como vicepresidente tercero una vergüenza, si nos paramos a pensar en los datos porcentuales de desempleo en los que abandonó a su comunidad autónoma, en las medidas de sostén económico de la región alimentadas por una política de subvenciones y en las escandalosas condiciones en las que dejó su cargo.
Combatir la corrupción denodadamente y perseguir la economía sumergida son dos ejes importantes sobre los que debería trabajar el gobierno. Demasiada mierda debe haber debajo de las alfombras de los políticos para que no se le haya prestado la suficiente atención a este asunto. Miremos a las dos principales fuerzas políticas de este país para entenderlo mejor.
No veo alternativa a este problema que no sea una respuesta contundente de la ciudadanía saliendo a las calles para protestar, por el cúmulo de tropelías que se están cometiendo desde el poder político. Hoy más que nunca está en juego nuestro futuro y prosperidad así como el de las sucesivas generaciones.