No recuerdo salida nocturna en que la ilusión de volver a
casa superara con creces la que me llevó a salir. La Fontana de Oro (Calle de la Victoria, 1, Madrid) lo ha conseguido
sobradamente. Si hubiera pasado 15 minutos dentro del antro no dedicaría un
post, pero estuve una hora y esa tortura artístico-musical-etílica lo merece.
No voy a criticar la horrible combinación de la escena a la que una persona
sobria puede dar crédito (paredes llenas de óleos dedicados a personalidades
políticas, farolas alternadas con columnas de orden corintio,
una moto chopper colgando del techo, un obispo sentado en su trono divisando la orgía,
perversión tras perversión, ni tampoco
censuraré el mal gusto musical porque entonces os tendría que hablar de El Doblón, del que recientemente escribí en otro post. La razón de postear este tugurio es para juzgar la calidad
del alcohol, tomando como muestra una copa de ron Brugal con cola. No parecen
utilizar garrafón propiamente sino que disuelven los alcoholes en agua. La camarera
(halagada se sentirá si llega a creérselo) sirve media copa en vaso grande de
ron negro. Mi sorpresa no puede ser mayor hasta que lo pruebo y compruebo que
tiene un toque dulzón pero sobre todo una dominancia acuosa, que resta azúcares
al ron de importación. Quiero creer que los únicos alcoholes buenos que sirven
son los tragos cortos, porque fui a pedir dos chupitos de tequila y la camarera
ya me advirtió de antemano, son 4 euros cada uno. Mejor déjalo estar. A esto
súmale las estridentes canciones del verano, y otras horrendérrimas y
superexplotadas como la famosa canción de la película Grease. Por si fuera
poco, tuve la mala fortuna de verme cercado por un horco femenino con más
alcohol que sangre en el cuerpo, haciendo equilibrios para mantenerse en pie y
reclamándome al tiempo, con una voz que quedó grabada en mi memoria como de
ultratumba, un trago de mi cerveza. No volví a fijarme en el obispo pero seguro
que debió divertirse a lo grande con la escena que le ofrecimos los presentes.
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Wednesday, 8 August 2012
Monday, 6 August 2012
El Sablazo de El Doblón

Monday, 30 August 2010
Cómplices

- ¿Necesita algo más el señor?- Preguntó una voz rebosante de dulzura.
- No, gracias. Puedes retirarte.
El rechinamiento de las bisagras de la puerta al cerrar hizo incorporarme de un sobresalto a la silla. Me ruboricé al comprobar la hora que era.
- Convendrá conmigo en que ha tenido espacio suficiente para reflexionar acerca de la materia.
Aturdido por el extraño sueño y el embriagador perfume del expreso me anublé. Una habitación totalmente calina, avanzando a paso desesperante hacia una puerta lejana que despide abundante luz por sus contornos. Ex abrupto, un pasillo insertado sin motivo aparente, prolongando las distancias. Cegado por la luminosidad del cuarto trato de alcanzar la pared a tientas para sustentarme. Creo haber llegado y, pumba, tropiezo con una cómoda, a priori, invisible. Oigo voces lejanas, indescifrables.
- Pensé que le resultaría difícil dormitar nuevamente en el despacho de su jefe. Pero usted confirma la regla que dice: "El hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra". No sólo eso sino que además gusta de regodearse muchas más demostrando su incompetencia.
- No tengo nada que alegar. Tiene usted toda la razón.
- Ahora comprendo el estado báquico en el que le debí dejar.
- No entiendo.
- No debió aceptar la primera copa que le ofrecí, aún a sabiendas de que estaba en juego su contrato laboral. A menudo nos servimos de nuestra vanidad para satisfacer los deseos de los demás. Usted dice que tiene carácter, ¡carácter!, que soez. Ni siquiera conoce el significado del término y osa pregonarlo a los cuatro vientos, como si el mero hecho de hacerlo le otorgara el derecho a añadirlo en su currículo. Ahora tómese el café para combatir la resaca.
- ¿Dará cuenta de lo sucedido?
- Es mi deber redactar todos los percances que tienen lugar en la empresa. Durante los casi diez años que llevo trabajando aquí he cumplido a rajatabla las cláusulas de mi contrato. Contabilizo los gastos extraordinarios de los empleados e implemento sus informes de trayectoria empresarial. Así he venido ganándome la vida y así espero seguir haciéndolo hasta que me jubilen. Tengo dos hijos y una espléndida mujer que me reciben cada noche con los brazos abiertos y la sonrisa puesta de oreja a oreja. Ellos conforman mi vida, pero gracias a este empleo puedo darles de comer. Si alguien sospecha lo acaecido esta tarde usted y yo podemos ir diciendo adiós a la empresa.
- ¿Así que usted también…?
- Tarde o temprano lo averiguaría; el alcohol es causante de la perdida de memoria transitoria.
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