Wednesday 10 November 2010
Patente de inútiles
En el pasaje Matheu de Madrid podéis encontrar enfrentados dos restaurantes tan parecidos como la noche del día, pese a tener precios muy ajustados (15 euros/cabeza). Son el Restaurante Rocío, un lugar agradable y recomendable frente al Restaurante Las Bravas, de salsa y cara dura patentadas. Del primero sólo puedo decir bondades, muy buenos mejillones, tortilla digna, obligados tigres (mejillones con bechamel)… El jefe es un profesional que conoce muy bien al cliente que entra a su negocio y además hace descuentos, cuando pides un determinado número de raciones. Del restaurante Las bravas tengo que decir que está bien para el turista de chanclas, esto es, sentarse en taburete en torno a una mesa reducida sin opción a colgar bolso ni chaqueta, a menos que haya terraza. Cuidadín con los camareros que parecen ex taberneros. En cuanto a la salsa, de brava no tiene más que la bravura del camarero que te la sirve. Deben haber vendido la patente porque de brava nanai. Tuve que pedir tres cervezas hasta que me trajeron la primera –así de bravos se pusieron-, me sentí el cliente más ignorado, y cuando pedimos la factura vi que nos habían cobrado dos cañas. Aunque lo resolví amablemente con el camarero de marras, hay que reconocer que éste es un lugar de moda para el turista mientras el turismo siga siendo moda en España. Han apostado por la muchedumbre en vez de la calidad del servicio, pues por mí que se queden hasta con la tortilla y las patatas, que ya no vuelvo a pasar lo pasado. Las Bravas entra firme el primero en el ranking de los lugares que no volvería a frecuentar.
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