
Una nueva manera de prostituirse sale a subasta y sólo el mejor postor está en disposición de adquirir a su selecta virgen. Lo veo leyendo en una página web de redes sociales y no creo que sea la única. En tiempos de necesidad la mecha de la propagación de ideas prende rápido.
Ni la crisis ni el deseo deben prohibir el derecho de uso del cuerpo de cada uno. Es mi manera de reivindicar que quien quiera haga cuánto le plazca con aquello que le dieron sus padres. Más allá de redes de prostitución existen quienes a título personal viven de su cuerpo por manifiesto deseo. Y si el negocio funciona es porque la demanda la sostiene. Seamos felices, comamos perdices y forniquemos libremente, gratis o apoquinando.
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